La fe, encuentro entre Dios, el verdadero Dios, y el hombre,
el verdadero hombre, este hombre concreto.
La fe, encuentro entre Dios, el verdadero Dios, y el hombre,
el verdadero hombre, este hombre concreto.
Han pasado cinco meses desde que el Papa Francisco comenzó a ejercer su
pontificado, un pontificado revolucionador y reformador; ambos conceptos pueden
tener una tonalidad positiva o negativa, y cada uno les da el tinte que
prefiere. En las primeras semanas, y creo que todavía algunos lo mantienen,
catalogaron al Santo Padre, jesuita, sudamericano y cercano a los pobres, como
inclinado a la teología de la liberación. Por eso, afirman, tanta cer4canía a
las periferias de la ciudad, a las favelas brasileñas, a las villas argentinas,
en resumen, a los barrios marginados, a los pobres. En el fondo, es la misma
imagen que vemos cuando lavó los pies en la cárcel de menores; visitó
Lampedusa; la favela de Vaghina; o el hospital de tóxico-dependientes de Río de
Janeiro
Una aclaración necesaria: cuando hablo de “teología de la
liberación” me refiero a la interpretación de la liberación (social) en clave
política y marxista.